LA CEIBA
Árbol Nacional
La Ceiba Pentandra, es el árbol nacional de Guatemala. Fue declarada símbolo nacional, el 8 de marzo de 1955, por un acuerdo gubernativo firmado por el coronel Carlos Castillo Armas a propuesta del doctor Sixto Padilla, botánico salvadoreño y gestión del botánico guatemalteco Ulises Rojas. “...Pues desde tiempos precolombinos bajo su follaje acostumbraban los nativos celebrar sus ritos, considerándola como árbol sagrado...”cita el documento.
La Ceiba es el árbol nacional, sus ramas han abrigado la identidad guatemalteca desde antiguos tiempos.
Por su frondosidad y altura, desde la época precolombina, la Ceiba, es considerada un árbol sagrado, cuyas prominentes ramas mayores, además de apuntar hacia los cuatro puntos cardinales, sostienen el universo. Este árbol gigante, nativo de América, de la región que se extiende desde México, Centroamérica y norte de Sudamérica, puede medir más de 50 metros de altura y su tronco puede rebasar los tres de diámetro “aproximadamente se necesitarían unas seis personas tomadas de la mano para rodearlo”, indica el biólogo e investigador Luis Villar Anleu, quien fue catedrático de etnobiología, en la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac).
En el país existen dos especies: la Ceiba Pentandra y la Ceiba Aesculifolia, ambas pertenecientes a la familia Bombacacea. A la segunda especie se le conoce como Palo de Lagarto, por las espinas que crecen en su tronco, pero también recibe los nombres de: Ceibillo, Tinanche, Kinin, Murul y Cox, según el ingeniero agrónomo Mario Véliz, coordinador del Herbario BIGU, de la Usac. El nombre científico de este árbol es Ceiba pentandra (L.) Gaertn, la “L” en el nombre se debe a Carlos Linneo, científico sueco que la clasificó.
Ancestral
Para los mayas prehispánicos, la ceiba representaba el árbol que sostiene el universo. Según el epigrafista Federico Fahsen, la creencia se basaba en que las ramas están en el cielo, el tronco es donde vivimos y la raíz está en el inframundo. Aunque no hay un glifo especifico para la palabra ceiba, en las inscripciones mayas se ha encontrado la palabra Yaxche (árbol verde) que podría estar relacionada.
“La Ceiba ha tenido gran significado, tan importante, que aun todavía en Guatemala creemos que no se debe cortar, antes debe pedirse permiso a los dioses, a las deidades, es una herencia prehispánica”, agrega el epigrafista.
La cosmogonía maya también cree que la Ceiba abre sus ramas hacia los cuatro puntos cardinales par unirse a la cuádruple deidad que rige los vientos y las lluvias. Además, marca los rumbos en el mundo físico y divide las estancias de los dioses en el misterio sideral.
Deidad vegetal
“Los árboles han estado unidos a la humanidad desde épocas inmemoriales. En el país, se registran en la escritura jeroglífica maya labrada en piedra, tallada en dinteles y códices, trozos de corteza de amate y en los textos indígenas antiguos escritos en castellano.
El Memorial de Sololá, da a los árboles distinción y los relaciona con los orígenes de la humanidad: ‘Cuando hicieron al hombre, de tierra lo fabricaron y lo alimentaron de árboles, lo alimentaron de hojas’. Cita este documento histórico.
El Popol Vuh relata que en una de las cuatro pruebas formativas, “de tzité se hizo la carne del hombre”, explica Anleu en su texto Guatemala, tierra de árboles, mágicos y sagrados, publicado en la Revista No. 64, Tradiciones de Guatemala, 2005, del Centro de Estudios Folklóricos, de la Usac.
El árbol es un elemento de la naturaleza con significado, por eso no extraña que a la Ceiba, se le considerara pilar de la vida por su gran tamaño y forma. “La energía divina o un vínculo con los dioses es más posible por intermedio de un ser que se eleva hacia el cielo, que brota de la misma tierra que nos sostiene, pero que sube a las esferas sacras y que así se diviniza”. Explica Anleu.
La Ceiba significa sabiduría, grandeza y resistencia, y de igual forma como lo hicieron las abuelas y abuelos en tiempos inmemorables, en la actualidad, bajo el sagrado árbol se siguen ofreciendo ceremonias mayas, para pedir por la sabiduría y la paz, para y entre los pueblos”, explica Cirilo Pérez Oxlaj, quien fue embajador itinerante de los Pueblos Indígenas.
La Ceiba nace frágil, como todos las plantas.
Siempre con nosotros
Desde remotos tiempos los conglomerados humanos de estas tierras se asentaban en donde existiera una Ceiba. Esta especie se convirtió en el punto de encuentro y de reunión de los habitantes de una comunidad. Las transacciones comerciales también se empezaron a realizar en el lugar en donde se hallara una ceiba, y de esa cuenta los mercados populares se instalaban debajo de la fresca sombra de su copa.
El mercado de Palín, Escuintla, es un vivo ejemplo de este comportamiento. “Es tan potente el simbolismo y la identidad cultural y social que trae consigo este árbol, que ahora, en los sitios en donde se desarrolle una ciudad, si no hay ceiba, se siembra una, como se ve en el barrio San Pedrito, en la zona 5 de la ciudad capital”, comenta Anleu.
Respeto y veneración
En Zacapulas, Quiché, tener una ceiba en la plaza es sinónimo de presencia divina, de respeto hacia el árbol sagrado. Por tradición oral se ha conservado la idea de que es el “árbol madre o el árbol grande de todos los que existen”, explica Rosa Elvira Zapeta, de la Academia de Lenguas Mayas.
Además de la prohibición de cortarlo, lo cual es común en muchos otros poblados del país por ser el árbol nacional y por ser considerado sagrado, en Zacapulas se cree que no se le debe abrazar porque la persona puede volverse obesa al igual que el árbol. Por lo frondoso es considerado símbolo de sabiduría y protección. En idioma k’iche’ a la Ceiba se le llama inup.
Por su frondosidad y altura, desde la época precolombina, la Ceiba, es considerada un árbol sagrado, cuyas ramas mayores además de apuntar hacia los cuatro puntos cardinales, sostienen el universo.
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